martes, agosto 04, 2009

Carlos Alonso: Historia de un cuadro

Resumen de la nota publicada por el periodista Luis Bruschtein, en el diario Página/12

(…) Pocos días después del fusilamiento del Che en La Higuera, el 9 de octubre de 1967, Carlos Alonso pintó un retrato del Che con la bandera argentina en el fondo.
Omar Cáceres, también pintor, docente de Bellas Artes y colaborador de Alonso, recibió el cuadro de manos de su autor a fines de los ‘60.
Alonso tenía una hija que se llamaba Paloma. Cáceres decidió que el mejor lugar donde podía estar el cuadro era en el departamento de Paloma.La cara del Che pintada por Carlos Alonso estuvo sobre una pared del departamento de su hija Paloma en esos años. Fue el testigo mudo, entre otras cosas, de su secuestro, ocurrido a principios del año 1977, cuando el grupo de tareas de la ESMA derrumbó la puerta, irrumpió en la habitación y la llevó por la fuerza.
Los represores se llevaron a Paloma y también todas sus pertenencias, incluido ese cuadro del Che, que pasó a convertirse en botín de guerra. Se supone que Paloma fue llevada a la ESMA y nunca más se tuvo noticias de ella, al igual que de la mayoría de las casi cinco mil personas que pasaron por ese campo clandestino.Carlos Alonso había marchado al exilio, su hija estaba desaparecida y el cuadro del Che permaneció dos años en los depósitos de la ESMA. En 1979, cuando la dictadura aún estaba en su apogeo, el cuadro apareció misteriosamente para la venta en la galería “Renacimiento”.
Omar Cáceres se enteró de que estaba a la venta el Che pintado por Alonso y fue a verlo para confirmarlo. Era el propietario legal de la obra y podía demostrarlo, aunque no significara demasiado en esos tiempos. Pero por un rulo del destino finalmente pudo recuperar el cuadro.Lo tuvo en su poder hasta que la hija del Che, Aleida Guevara, visitó Buenos Aires. Una vez había decidido que Paloma tuviera el cuadro del Che pintado por su padre Carlos Alonso. Esta vez, en un acto que se realizó en la Casa de Amistad Argentino-Cubana, se lo entregó a la hija del Che y el cuadro forma parte ahora del museo del comandante guerrillero en Santa Clara, lo cual también es un homenaje a Paloma.
El cuadro fue de la hija desaparecida del pintor y ahora es de la hija del protagonista fusilado del cuadro. Hay una simetría desordenada en esta historia donde el cuadro es una especie de centro o un vínculo que tiene que ver con las personas y sus luchas y sus afectos.
Hay una frase reciente de Carlos Alonso que no alude a este relato pero que se clava inevitablemente en su trama: “Siempre entendí cuál era mi suerte: desentrañar la relación entre la pintura y la gente y la sociedad”.

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