martes, abril 07, 2009

Joaquín Giannuzzi*: Me contó un guitarrero

Me contó un guitarrero
que una dulce razón hay en el hecho
de tocar la guitarra: es el apoyo
de su brazo en la curva
que entra a buscar el centro de la caja.
Ese leve reposo
de la carne concede
la explicación más vasta de la vida.
Yo alabé su certeza y vi más claro;
y pensé: cuando uno
quedando a oscuras no comprende nada
de lo que pasa aquí, en las relaciones
entre el mundo y las cosas, el orgullo,
lucidez y piedad se desmoronan
como buscando un sitio que responda
al sueño que merecen
y justifique lo que se ha perdido.
Uno comprueba entonces
sin júbilo y sin pena, pero sí
con un poco de paz bajo la frrente
que el lugar del sentido está en el centro
de lo que somos, una
especie de retorno a la primera
interrogación, una
vuelta sosegada hacia el asombro.
De modo que mi brazo, en su descanso.,
--contaba el guitarrero--
me remite, sin duda a lo que soy
y las cuerdas responden por mí mismo.
*Nació en Buenos Aires en 1924 y murió en Salta en 2004.Su obra poética abarca los siguientes títulos: “Nuestros días mortales” (1958), “Contemporáneo del mundo” (1962), “Las condiciones de la época” (1967), “Señales de una causa personal” (1977), “Principios de incertidumbre” (1980), “Violín obligado” (1984), “Cabeza final” (1991), “Apuestas en lo oscuro” (2000, incluido en la edición de su “Obra poética” completa) y “¿Hay alguien ahí?” (2003).

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