jueves, septiembre 18, 2008

Crispín Ortíz*: Memoria de polen

Por María del Carmen Colombo

Como si fuera el tupido paisaje de un vergel que avanza sobre el desierto de la ciudad, el aguacero del canto de la cascada --así lo llama Crispín Ortiz--, va cubriendo el espacio de la página. Y es este tropel de imágenes, a pura música engarzadas, el que hace florecer --como diría Eliot-- la tierra yerma del desarraigo: pinos, magnolias, hojas lujuriosas en sus ramas, paloma de súbita aparición, y hasta el silencio, virtud de la orilla perfumada, renacen por obra y gracia de la voz de Crispín Ortíz, un poeta por el amor, y no por el espanto, unido a casa cosa de este mundo.
I
Una paloma de súbita aparición
retrata el cielo con su cuerpo,
abre un refugio en la ciudad.

Cae la lluvia, su estirada melena,
y yo te busco, mis manos tibias
en tu rostro, sol mío, porque siento
la siembra sin tardanza, el despertar
del árbol en tu arribo.

La paloma suspendida reparte su trinar
en busca de su vergel perdido
remueve la viuda luz de la ciudad
su ala en danza sin fin
movida en la cuerda del viento
con su paso retira la fatiga
de vivir.

*Crispín Ortíz nació en Paraguay. El poema que se transcribe está includio en su libro de reciente aparición, Memoria de polen, editado por Botella al Mar.

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