sábado, agosto 11, 2007

Acerca de El borde es un río, de Alicia Genovese

Por María del Camen Colombo

Para quien transita por la irregular topografía del borde, mirar implica un acto comprometido con el mundo donde el mínimo detalle nos socava. Las cosas -perfumes, objetos, cuerpos- irrumpen azarosas, incitadoramente o se nos imponen como una rutina; la mirada, a su vez reordena, reacomoda el entorno, lo modifica. La subjetividad se constituye en ese diálogo. Desde ese lugar Alicia Genovese desoculta la trama contradictoria, muchas veces violenta de la realidad y también lo imaginario, ese río que mana elemental y nos conduce al límite sin domesticar, a la desmesura del agua desoída.
En El borde es un río una mujer ensaya sus movimientos de lejanía y proximidad como forma de templar lazos, establecer vínculos para no devorar ni ser devorada. Las cuatro secciones en que se divide este libro -"La ausencia", "La opulencia", "La rompiente", y "La vuelta"- van demarcando así un lugar de enunciación, una morada, cuyos contornos están delimitados por esos movimientos de fusión y recuperación, de entrada y salida de la escena. Distancia sobre el sitio diario y cercanía de un ojo táctil sobre el suelo extranjero, definen para Genovese la forma de habitar una lengua, de hablar en una casa. Bordeando, entonces, el dato biográfico, su estado de alerta, su anhelo de sinceramiento, encuentra el fluir de dos tiempos -tiempo de expansión y tiempo de reticencia-, una voz que arma su recorrido en el amor al origen y la hostilidad.
Pocos libros de poesía despliegan tan intensamente como éste un trabajo de composición que incorpora no sólo las huellas dejadas por la autora en otros poemarios: se trata de una combinatoria cuyo caudal se alimenta, además, con las aguas de diversos estratos discursivos lindantes con la alquimia, la ciencia contemporánea, el arte pictórico y la revisión de ciertos tópicos recurrentes en la poesía argentina escrita por mujeres.
Poeta, alquimista, científica, Genovese aplica su arte combinatoria a la lírica material verbal, que como un organismo vivo comienza a imantarse y a fluir conducida por una delicada artesanía constructiva. "No hay distancia correlativa o contraste/ sino injerto", nos dice en su bello poema "Composición": la diversa configuración de los poemas registra el modo particular y permanente por medio del cual entran en contacto íntimo materiales tan diferentes, forma de unión cuyo resultado nada tiene que ver con las variedades establecidas.
"Reflexivo, conceptual el trayecto/ inexplicablemente lírico": La exacta formulación del enunciado traduce un deseo sostenido por Genovese en sus libros anteriores -sobre todo en Anónima-. Pero aquí dos vertientes, lirismo y reflexión, confluyen actualizadas en una doble voz poética. Lirismo y reflexión constituyen en la escritura de Genovese, un acople no previsible para la poesía argentina actual.
"Hacia atrás/según la lógica del cangrejo/ que avanza", este libro deslee su propia historia y al hacerlo nos permite ingresar a la desmesura del agua desoída.: agua y palabra como en un rito bautismal revelan el secreto de un nombre, la que desoculta la verdad, la que practica la aletheia como querían los griegos porque ese, precisamente es el significado de Alicia.
*Comentario publicado en El Desierto, revista editada por el Grupo Nusud, en 1999.

*Alicia Genovese (Lomas de Zamora, Argentina, 1953). Publicó: El cielo posible (1977), El mundo encima (1982), Anónima (1992), El borde es un río (1997), Puentes (2000), Química diurna, (2004); La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas (ensayo, 1998).

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